por Ana Cárdenes
JERUSALEN.- La tensión en Israel entre quienes quieren un estado religioso judío y los que apuestan por uno eminentemente secular está detrás de la convocatoria de nuevos comicios a dos meses de los últimos y, también, del último debate que da el pistoletazo de salida al ciclo de campaña electoral.
El polémico diputado de ultraderecha Bezalel Smotrich, segundo de la Unión de Partidos de Derecha y que reclama el puesto de ministro de Justicia en el Gabinete en funciones, prendió fuego al debate al asegurar que su deseo “a largo plazo es que el Estado de Israel se rija de acuerdo a la Torá (Pentateuco)“.
“Así es como debería ser. Esto es un Estado judío. Un estado del pueblo judío que volverá a ser regido como lo era en los días del rey David y el rey Salomón: de acuerdo a las leyes de la Torá”, afirmó.
Las respuestas fueron inmediatas: incluso llevaron a reaccionar públicamente al primer ministro en funciones, Benjamín Netanyahu, al que el enfrentamiento religioso-secular le acaba de costar el fracaso en la formación de Gobierno por disputas entre sus potenciales socios ante la exigencia de unos de que los ultraortodoxos judíos participen en el servicio militar obligatorio y la negativa de estos.
“El Estado de Israel no será un Estado de la Halajá (ley judía)”, sentenció, claro y conciso, un Netanyahu debilitado, además de por varios casos de corrupción, por las acusaciones de que para conservar el poder estaba dispuesto a ceder a las presiones de los ultra religiosos judíos, cuyo apoyo le era imprescindible para formar coalición.
Fuentes cercanas al jefe del Gobierno aseguraron que las declaraciones de Smotrich lo dejaron fuera de juego para el cargo de titular de Justicia, aunque su partido probablemente seguirá siendo necesario para formar una coalición de derechas tras los comicios del 17 de septiembre.
La reacción de la izquierda no se hizo esperar. La líder del pacifista Meretz, Tamar Zandberg, apuntó que “no hace falta entrar en detalles de lo que le ocurriría a las mujeres o a la comunidad LGBT en el mundo de la ley bíblica. Está claro que Israel no puede tener un ministro de Justicia que quiere una teocracia como en El Cuento de la Sirvienta”.
Según las leyes judías, que parten de la Torá y se completan con los opiniones y dictámenes de los sabios judíos a través de los siglos, el estatus de las mujeres es inferior al de los hombres, su testimonio no se acepta en los tribunales y no pueden ejercer como testigos ni jueces, excepto casos excepcionales.
Zandzberg pidió al fiscal general del Estado que emita su opinión legal sobre la aptitud de Smotrich para servir como ministro de Justicia, informó el diario Yediot Aharonot.
La diputada laborista Shelly Yajimovich aseguró que lo ocurrido es “una advertencia contra la ola de conservadurismo” que vive el país.
“Según el candidato a ministro de Justicia o Educación, se establecerá aquí un Estado en el que un hombre puede divorciarse de su mujer si no es suficientemente discreta, volverán la esclavitud y la lapidación, la homosexualidad será prohibida y solo los varones podrán tener propiedades”, advirtió.
Smotrich, un polemista nato, siguió azuzando la controversia en sus cuentas de Twitter y Facebook, donde instó a “dejar de tener miedo a la ley de la Torá” y a las raíces.
Avigdor Lieberman, exministro de Defensa y el hombre detrás del fracaso de Bibi (Netanyahu) en la formación de Ejecutivo, aprovechó la situación para acusar a este de ceder ante los ultraortodoxos y echó más leña al fuego con otra polémica: la filtración que en el acuerdo de coalición con estos el jefe del gobierno habría prometido enmendar la ley que prohíbe la separación de hombres y mujeres en actos públicos.
El Likud de Netanyahu lo negó, pero para Lieberman estas informaciones son una muestra más de la disposición de Bibi a caminar de la mano de los ultras hacia un Estado de Halajá.
El diputado del opositor Azul y Blanco Yair Lapid, también acusó al primer ministro de tratar de convertir Israel en una teocracia como Irán.
Jen Arzi-Sror, comentarista de Yediot Aharonot, recuerda que “desde un punto de vista de la Halajá, la ley religiosa no aplica a aquellos que no creen en ese conjunto de normas”, lo que hace imposible su aplicación en la vida real. Y concluye que las declaraciones de Smotrich son “mero ruido” y demagogia para ganar algunos titulares.
En el campo del derecho de familia, si rigen en Israel las leyes religiosas. Además, no hay transporte público ni actos oficiales en shabat, la jornada de descanso obligado para el judaísmo, hospitales y otros centros públicos siguen leyes de alimentación judías y mantienen cocinas “kosher” (en cumplimiento de los preceptos) y en muchas ciudades está prohibido abrir tiendas y servicios los sábados.
Exigencias que los ultraortodoxos ponen encima de la mesa cuando les toca negociar, para ir acercándose cada vez más a un país regido por la religión en su concepción más conservadora.
EFE